Ciudadano Cine
Para escribir sobre ellos hay que adoptar una postura reverencial puesto que
estamos ante un mito imperecedero, frente a la inmortalidad de un humor
anarquista y revolucionario que jamás ha sido igualado. Para mí, los hermanos
Marx son el paradigma del screwball y, sobretodo, del slapstick en el cine. La
escena del camarote del barco en Una noche en la ópera (diminuto
camarote que se va llenando personajes y objetos, incluso unos encima de otros
hasta reventar: los cuatro protagonistas y el enorme baúl en el que se han
colado con polizones, un fontanero, la camarera que va a preparar la cama, una
joven que va buscando a su tía y varios camareros con bandejas llenas de
comida) es la quintaesencia del absurdo, alegre e ilógico slapstick que
caracteriza las acciones de estos enloquecidos actores. Si a ello unimos el
lenguaje por ellos utilizado (incluidos los sonidos guturales producidos por el
claxon del automóvil con que se expresa Harpo, siempre mudo) que es típicamente
screwball y destructivo, vemos que los célebres hermanos Marx alcanzaron la
cima cinematográfica de humor sin génesis, puramente marxiano, concebido de
manera original esta vez más que genial. Este lenguaje con sus continuos gags
verbales, la manera atropellada en incontinente de hablar de Groucho y el
fingido acento italoamericano de Chico, es difícilmente traducible, por lo que
el cine doblado de los hermanos Marx pierden la mitad de su eficacia.
Los Hermanos Marx fueron originalmente cinco: Julius,(Groucho como nombre
artístico), Adolf (Harpo) Leonard (Chico) Milton (Gumo) y Herbert (Zeppo). Los
tres primeros eran cómicos, los dos últimos, los “serios” en los papeles de
cualquier show de la familia, que se iniciaron en el Vaudeville característico
de la segunda década del siglo XX, recorriendo pueblos y ciudades de los
Estados Unidos sin parar. Pero ya, durante los Felices Años 20, los Hermanos,
reducidos a cuatro por el abandono de Gummo, eran claramente famosos en
Broadway. (Zeppo, el otro “serio” abandonaría también tras la película Sopa
de Ganso). Era vox populi entre los que conocieron de siempre a la familia
Marx que los Hermanos no tuvieron nunca que “crear” sus personajes para el
teatro o el cine, puesto que “ya eran así” antes de dedicarse al espectáculo.
Es decir, era una familia screwball. Familia judía y pobre, aunque, como
Groucho proclamó, “como no lo sabíamos, éramos felices”.
Groucho se caracteriza por su bigote postizo (ancho y pintado), caminar rígido
y encorvado, habla sin cesar, casi siempre con doble sentido y siempre elaborando
planes utópicos. Su vestimenta, bastante formal, contrasta con la de sus
hermanos, Harpo y Chico, informal y algo extravagante. Chico aparenta ser serio
pero no lo es; su imitación del acento típico de un inmigrante italiano es
insuperable. Harpo hace de mudo, pero se expresa muy bien, a través de sus
silbidos y bocinazos, especialmente cuando manifiesta alegría, sorpresa o
quiere avisar a los otros de algún peligro. La utilización del claxon es
simplemente genial. Por lo demás, colecciona objetos inverosímiles que guarda
en sus amplísimos bolsillos. Los tres persiguen cualquier falda que se les
ponga por delante, pero siempre muestran un erotismo limpio. (Aparte menciono
los “amores” de Groucho por Margaret Dumont). La relación entre Chico y Harpo es
amistosa, casi fraternal: cuando se encuentran, entre silbidos y abrazos,
intercambian regalos que han guardado para el otro (En Una noche en la
Ópera se intercambian salchichones!). Ambos son antagonistas de
Groucho, al que siempre meten en líos. Sus personajes son siempre los mismos:
Harpo representa la bondad e ingenuidad, aunque a veces se le ven algunas
intenciones malvadas que hace brillar sus ojos; Chico es la pillería que en
América se le supone a los italianos. Groucho es la inteligencia aplicada a
diversos personajes: un veterinario, el dictador de un país imaginario, un
aspirante a manager de un cantante de ópera, etc. Por lo demás, nos encontramos
con la sorpresa de que Harpo es un buen arpista y Chico un buen pianista. ¡Qué
familia!
Groucho hace el amor, fingido o real, a Margaret Dumont en hasta siete
películas. Ella, alta, robusta, matrona, no exenta de belleza, representa
normalmente a una dama cargada de millones, que Groucho desea conseguir. En sus
películas con los Hermanos Marx, la Dumont representa la dignidad, el
equilibrio y la “normalidad” frente al enloquecimiento de aquellos. Su
credibilidad ante las reiteradas declaraciones de amor de Groucho es
entrañable; nunca pierde la fe en este embaucador. En el paraíso
cinematográfico de los Hermanos, Margaret Dumont ocupa un sitio privilegiado.
Dos grandes éxitos en Broadway dieron lugar a las primeras películas de los
Hermanos Marx en Hollywwod: The Coconuts (Los cuatro cocos,
1929) y Animal Crackens (El conflicto de los Marx, 1930).
Después llegaron: Monkey Bussiness (Pistoleros de aguadulce,
1931), Horse feathers (Plumas de caballo, 1932) y Duck
Soup (Sopa de ganso, 1933), todas ellas en la Paramount. Esta última
es la comedia más delirante de los Hermanos y la favorita de la mayor parte de
la crítica; también de Groucho, que la considera la más loca de cuantas
filmaron. En ella, Groucho es el inepto presidente de una república bananera,
sostenido por la millonaria Margaret Dumont, en guerra con un país vecino;
Harpo y Chico son dos desopilantes agentes dobles secretos. Pero Sopa
de ganso fue un fracaso de taquilla y la Paramount dejó caer a los
Hermanos.
Afortunadamente, el gran productor de la MGM, Irving Thalberg, los acogió e
incluso potenció sus películas introduciendo una historia paralela a la comedia
romántica con otros personajes, anormales por supuesto, que contrastaban con el
slapstick de los Hermanos y daban al espectador “algo más”. Así, filmaron A
night at the opera (Una noche en la ópera, 1935), At the races (Un
día en las carreras, 1937), At the circus (Una tarde en el
circo, 1939), Go West (Los Hermanos Marx en el Oeste, 1940) y The
Big Store (Tienda de locos,1941). A partir de aquí, los Hermanos se
separaron y cada uno fue por su lado. Regresaron al cine juntos, sin pena ni
gloria, en 1946 con A night in Casablanca (Una noche en
Casablanca). Coincidía esto con el fin de ciclo de las comedias screwball. En
todo caso nos quedan todas las demás. Podemos imaginar la que organizan estos
locos en un teatro de ópera, en el circo, en unos grandes almacenes o
enfrentados al wild west. ¡Una auténtica locura!
Para mí, Una noche en la ópera es la favorita. Es tan
delirante como Sopa de ganso y tiene momentos antológicos
inolvidables: aparte de la hilarante escena del camarote, ya mencionada,
recomiendo disfrutar con las siguientes: la discusión entre Groucho y Chico de
un presunto contrato de un cantante de ópera, los destrozos que causan los
Hermanos en la representación de “Il trovatore”, la suplantación de los tres pilotos
interoceánicos a su llegada a Nueva York, los engaños a la policía cambiando
muebles en la habitación del hotel y muchos momentos más que hacen inolvidable
esta genial película.
[Tomado de http://ciudadanocine.wordpress.com/2013/07/27/los-hermanos-marx-la-inmortalidad-de-su-humor-anarquista/]