RutyAndo

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sábado, diciembre 07, 2013

Entre dos mundos

Eric Blair y Aldous Huxley
Las dos utopías socio-políticas negativas más notables del siglo XX fueron la de Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz publicada en 1932, y la de Eric Blair, conocido como George Orwell, quien en 1949 publicó su 1984. 

Orwell presenta una tenebrosa sociedad totalitaria en la que el Estado concentra cada vez más poder en la figura del omnipresente Gran Hermano que todo lo vigila y controla. El Gran Hermano se transformó en una de las metáforas más acertadas para simbolizar el control ejercido por el Estado sobre los ciudadanos. Huxley, por su parte, no presenta una figura poderosa que ataca la autonomía de las personas, ni su historia ni su capacidad de crecimiento sino que, en su profecía, la gente no sólo no se resiste a los recursos con los que el opresor aniquila su capacidad de pensar sino que se entrega a él voluntaria y alegremente. 

Si la preocupación de Orwell era alertarnos acerca de quienes nos privan de la información, de los libros, de la comunicación libre, en fin, del acceso a la verdad, la de Huxley era la opuesta ya que anticipaba que el alud de información nos reduciría a una total pasividad y será inútil prohibir los libros porque a nadie le interesará leerlos, ni será necesario ocultar la verdad porque pasará inadvertida en la cantidad de trivialidades generadas por la propaganda y el entretenimiento. 

Huxley sostiene que, debido a la tecnología avanzada, la gente vivirá bien, incluso entre placeres y lujos, pero espiritualmente devastada. Al convertir a las personas en audiencia, distrayéndolas con lo baladí, paralizadas con la distracción perpetua, se logrará sin esfuerzo que el diálogo público no supere el nivel infantil y la política en nada se diferenciará de un show televisivo. Agotados por la diversión, se entregan al opresor que va ocupando el lugar del pensamiento con lo irrelevante, el absurdo y lo grosero, sin que siquiera se reconozcan que lo son. 

Puede que en estos tiempos en el mundo no haya muchos hermanos grandes, excepto en Cuba, Corea del Norte y en algunos más, al menos ostentosos, aunque sin duda los hay de forma más sutil y tecnológicamente más desarrollados (véase lo recientemente revelado en los casos Snowden y Wikileaks). En cambio, a ojos vista abunda el entretenimiento que nos ahoga y que lleva hasta postergar la búsqueda de placer y felicidad. 

En Venezuela podemos decir que la polarización que se nos quiere imponer corresponde con estas dos utopías. Por un lado, quienes se sienten atrapados en la profecía orwelliana de un régimen totalitario y son testigos a diario de puertas que se van cerrando mientras que se acumulan los lamentos de las víctimas del hermano grande que, omnipresente, oprime sin pausa quedando para muchos el yo interior como único refugio. Por el otro, los que viven la profecía de Huxley, en la que a nadie parece importarle la perdida libertad en medio de una aturdidora diversión, agradeciendo como limosna lo que antes se tenía por derecho, en situación de embotado conformismo acrítico. Resumiendo, fuera de losenchufados en el aparato del gobierno, pareciera que los venezolanos se dividen en atormentados por la opresión o insulsamente satisfechos con lo que hay, aunque sea poco y nada. Romper con esa imposición es el reto que asumimos desde el anarquismo. 

PP