La idea del Estado, el principio autoritario, se
encuentra en bancarrota tras la experiencia de la Revolución Rusa. Si tuviese
que resumir mi argumento completo en una frase, diría: La tendencia inherente
del Estado es a concentrar, reducir y monopolizar todas las actividades
sociales; la naturaleza de la revolución es, por el contrario, crecer,
ensancharse y diseminarse en círculos cada vez más amplios. En otras palabras,
el Estado es institucional y estático; la revolución es fluida y dinámica.
Estas dos tendencias son incompatibles y mutuamente destructivas. La idea del
estado asesinó a la Revolución Rusa y deberá tener el mismo resultado en todas
las otras revoluciones, a menos de que prevalezca la idea libertaria.